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Nuestra historia

En esta sección de la página mostramos un estudio histórico de La Toba y su entorno geográfico más inmediato, de forma detallada y rigurosa, recopilando el mayor número de datos que hemos podido. Pese a lo minucioso del estudio, no deja de ser una visión general y en ningún caso pretende ser una investigación académica. Hemos dividido este estudio en las siguientes épocas:

La Prehistoria

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    En primer lugar citamos en este estudio la información que, hasta ahora, se ha podido comprobar y demostrar oficialmente y que se encuentra en la Carta Arqueológica de La Toba, elaborada recientemente en el término de La Toba, por arqueólogos contratados por la Conserjería de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. En dicha carta no se estudió gran parte de la zona de Alcorlo.

    Además de los datos recogidos en la Carta Arqueológica, hay otras evidencias en zonas linderas a nuestro término o pertenecientes a propietarios de nuestro pueblo, que las hacen interesantes en esta relación. Aunque estrictamente no estén en La Toba, las consideramos 'nuestras'.

    Resumen de la Carta Arqueológica de La Toba.

    Edad del Bronce (1.800 a.C. a 1.000 a.C.)

    De esta época aparecieron en superficie restos líticos, cerámicos y metálicos en tres lugares de nuestra vega, así como, en las cuevas del paraje conocido como 'El Congosto'. Quizás estos restos se debieran a poblaciones trashumantes de recolectores-cazadores, aunque ya en esta época se empezaba a introducir en esta parte de la meseta labores agrícolas y de pastoreo no muy tecnificadas, evidentemente.

    De época anterior existe un lugar conocido en La Toba como la Peña Escrita. Este paraje, aunque no se encuentra en nuestro término, linda con él. Se encuentra en término de Membrillera, aunque, cuando se elaboró la Carta Arqueológica de nuestro vecino pueblo, en éste no sabían de su ubicación. Fue gracias a la colaboración del Ayuntamiento de La Toba como se pudo llevar hasta él a los arqueólogos.

    Hay una controversia sobre este yacimiento, ya que, en el "libro Guía de la Arqueología en Guadalajara" del profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, D. Jesús Valiente Malla, se cita como "hechas por pastores neolíticos o de la Edad del Bronce para marcar sus rutas trashumantes en las rupturas del paisaje o transición de Alcarrias a vegas". Al modesto entender del autor de este trabajo le parece, sin embargo, y sin entrar en la época histórica en la que se empezó a gravar en la roca, que este lugar fue utilizado desde su origen hasta la época paleocristiana inclusive, como un santuario. Demostrarlo sería muy prolijo y fuera de lugar en un trabajo como este.

    Al lado y mezclándose con los grabados más antiguos hay también modernos. Si nos atenemos a la época dada por el trabajo del Profesor en la Guía Arqueológica, estaríamos ante unos grabados, los más antiguos, del 3.000 a.C.

    Volviendo otra vez a nuestro término y a nuestra carta Arqueológica de La Toba, también se cita que en el paraje que nosotros conocemos como 'Las Majadas' existe un yacimiento compuesto de un taller lítico, fragmentos de cerámica y metal. Dicho yacimiento y con toda la cautela del mundo por parte de sus descubridores, lo englobarían en la Cultura de las Cogotas, es decir, a finales de la Edad del Bronce (sobre el 1.000 a.C.). De confirmarse su adscripción a dicha Cultura, este yacimiento tendría importancia pues son escasos los yacimientos registrados en nuestra provincia de esa época, hasta la fecha. La Cultura de las Cogotas, denomina un cambio en lugares en que habitaban sus pobladores, ya que buscaban lugares que se pudieran defender, lugares estratégicos en sus posibles rutas trashumantes, una cerámica distinta a la anterior... Algunos autores ven en ella los primeros influjos de culturas o gentes centroeuropeas en la meseta, debido, sobre todo, a la perfección y técnica distinta en la elaboración de las piezas metálicas en bronce y utensilios cerámicos.

    Edad del Hierro (800 a.c. a la entrada de Roma en la celtiberia citerior)

    De esta época y en nuestro término no se encontró nada. Sin embargo, al lado de nuestro término en lo que en La Toba conocemos como 'La Torrecilla' y en Membrillera, término al que pertenece, conocen como La Casilla de los Moros, existe y está catalogado un poblamiento celtibérico. De dicho poblado, poco podemos contar, ya que, que sepamos, no se ha realizado ningún trabajo serio de cata arqueológica que nos pudiera dar más luz de él y de las gentes que los poblaron, aunque, por el sitio en el que está ubicado y por la posterior bajada de esta población a la villa romana, que después citaremos en este trabajo, seguro que de forma obligada, hemos de suponer lo belicoso de su ánimo.

    No estaría bien que dejáramos esta época histórica, pasando por alto que, sin ser oficial y sin haberse estudiado por profesionales, existe otro paraje en nuestro término a caballo entre él y el de Congostrina que conocemos como 'Santecilla' en el que algunos vemos sobre el terreno la posibilidad de que exista otro yacimiento de esta misma época.

    Romanización. (Desde la entrada de Roma en la celtiberia citerior 195 a.c. hasta la caida del Imperio)

    Aunque esta etapa de nuestro pasado no es estrictamente prehistoria, lo hemos dejado en este capítulo porque su inicio sí se encuentra en las épocas históricas en las que ningún historiador antiguo, griego o latino, sabía de nuestros antepasados y por tanto nada o poco dejó escrito sobre ellos. No fue hasta Estrabón, Tito Livio, Plinio, Marcial, Ptolomeo... que empezamos a entrar en las crónicas, siempre partidistas (las escribían los vencedores), de las fuentes históricas.

    De esta época, lo más sobresaliente, es la villa romana que se encuentra en el término de Membrillera y que en la propia Membrillera desconocían, ya que, como en el caso anterior de la Peña Escrita, les indicamos su ubicación. El paraje siempre se ha conocido en La Toba como 'El Villar'. Efectivamente de una villa se trata, pero de cerca de 2.000 años de antigüedad. Es interesante comprobar, como a través de los siglos, la memoria histórica se ha ido trasmitiendo de generación en generación y los nombres de los parajes han llegado a nuestros días. Lo mismo ocurre, ya en nuestro término, en los parajes conocidos como La Calzada y el Puente Romano sobre el Bornova. Los dos lugares se encuentran en la vega del río Bornova y evocan de forma clara el ramal, que partiendo de la calzada más importante que subía por la vega del Henares y que unía Mérida con Caesar Augusta (Zaragoza), se dirigía hasta las minas auríferas de Las Navas y posteriormente hasta los pasos de Somosierra. Otros vestigios de esta misma calzada están en Cantalojas (Puente Romano y un tramo empedrado).

    Quizás hayan permanecido en nuestra memoria otros nombres más antiguos, en lengua celtibérica, y estén escondidos en la extensa toponimia de nuestro municipio. Esta teoría, que en nuestro pueblo parece confirmarse, la desarrolla D. Pedro Bosch Gimpera, máximo exponente y uno de los 'padres' de la Etnología, Etnografía y Arqueología en España y que murió en la Ciudad de México, exiliado. En su extensa bibliografía mantiene que, en la Edad del Hierro se produjo la incorporación de pueblos indoeuropeos al substrato de población anterior en menor o mayor proporción según las zonas (concretamente en la zona de la meseta donde se encuentra La Toba, el substrato anterior a la llegada de los pueblos indoeuropeos era muy pequeño, como lo atestigua la expansión Arevaca, tribu celtibérica, por toda la vega alta del Henares y afluentes) y se mantuvo esta nueva población prácticamente sin desnaturalizar durante la dominación romana y árabe, hasta la Reconquista.


Edad Media

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    Nos vamos acercando a nuestros días y la documentación que se posee es mayor, por lo tanto los datos quedan menos en el aire. Es el momento de intentar dar respuesta a las preguntas que siempre nos hemos hecho los toberos sobre nuestro pueblo: ¿quién y cuándo hicieron La Toba?, ¿qué gentes eran nuestros antepasados?, ¿por qué la hicieron aquí y no en la vega que está más llano?, ¿por qué le llamaron La Toba?...

    Lo más seguro es que La Toba fuera la unión de varias aldeas que existían por los alrededores y que se fueron abandonando por epidemias en sus pobladores o en sus casas, por encontrarse en lugares con poca agua, por estar a trasmano de caminos reales, cañadas,… y así se formara o ampliara el pequeño poblado ya existente, en las cercanías del manantial de la actual fuente de Los Tres Caños, pudiendo aprovechar la corriente de agua que existía de forma más abundante que en la actualidad por el paraje que conocemos en la actualidad con el nombre de 'La Carrera'. Este arroyo serviría tanto coo abrevadero para el ganado, como suministro de agua a los huertos y el manantial agua para las casas.

    Dejando a un lado las suposiciones, aunque verosímiles, vamos a las fuentes históricas de las que tenemos constancia. La ocupación musulmana del territorio que hoy conocemos como Guadalajara duró 4 siglos, es decir, desde el siglo VII (año 711) hasta finales del siglo XI. En estos años este territorio formó parte del extremo oriental de la Marca Media que era la zona defensiva que tenía establecida el Califato de Córdoba para la defensa de las constantes correrías bélicas de los reyes cristianos sobre su territorio.

    A tal fin, construyeron una línea defensiva compuesta de fortalezas, Atalayas y torreones de vigilancia por toda la vega del río Henares, sus afluentes y demás zonas aledañas. Ejemplos de estas construcciones tenemos en Torrejón (de Ardoz), Alcalá (de Henares), el Alcazar de Guadalajara y los castillos de Jadraque, Hita, Cogolludo, Galve de Sorbe, Atienza, Peñahora (Humanes) o Sigüenza. Todas estas fortalezas más importantes estaban comunicadas entre sí y de forma visual a través de Atalayas y Torreones. En nuestro término tenemos uno que es el de Alcorlo al pie del puente Románico sobre el Bornova y el conocidísimo por todos nosotros de La Torrecilla, en Membrillera. Probablemente para la construcción de este último y de la cerca que lo rodeaba (albarcar), de la que quedan los amontonamientos de piedras a su alrededor, se reutilizaran las piedras existentes del poblado celtibérico, sobre el que se levantó la construcción que ahora conocemos.

    Es posible que en una de esas correrías el mismísimo Cid Campeador atravesara nuestro término camino del 'Castejón sobre el Fenares', que cita el “Cantar del Mío Cid”. Las intenciones de D. Rodrigo al ir al Castejón, no eran precisamente pacíficas y si lo que dicen los expertos es verdad, es decir, que en su camino atravesó los actuales términos de Robledo de Corpes y Hiendelaencina, tuvo, efectivamente, a la fuerza, que pasar por el término actual de La Toba, máxime, cuando la vega baja del Bornova estaba tan bien vigilada por los Torreones antes citados. También, por qué no, si nos creemos todo lo anterior, pudieron abastecerse de agua en el manantial sobre el que en la actualidad reposa la Fuente de los Tres Caños. Lo que no deja de sorprender es la valía guerrera del Campeador, ya que, con sus huestes, él solo, desbarató todo el extremo oriental de la Marca Media del Califato, desde Torrejón de Ardoz hasta Sigüenza.

    Este estado de las cosas perduró hasta la conquista de Toledo en el año 1085 por Alfonso VI. Después de la conquista había que organizar el territorio conquistado, más que nada, porque había que recaudar impuestos y para poder hacerlo más y mejor, era necesario repoblar aquellas zonas en las que la población era escasa después de tantas guerras. Estas repoblaciones eran de tipo Concejil y reproducían el modelo germánico heredado de los Godos (no olvidemos que la nobleza y la realeza de aquella época era descendiente directa de los antiguos nobles visigodos y su mezcla con los terratenientes indigeno-romanos anteriores).

    La repoblación Concejil consistía en que se elegía, en la zona liberada del poder del Califato, llamada presuras, una villa y a ella se la adscribía un territorio amplio que se ordenaba en seis partes, cada una de ellas con sus aldeas viejas o nuevas que se formaban. Estos grandes Concejos se regían por su propio Fuero o leyes que eran aprobadas por el Rey. La creación de los límites del nuevo Concejo o Común de Villa y Tierra, como también se denominan, así como, sus seis partes llamadas Sexmos o Tierras del Común de Villa y Tierra y sus límites interiores eran también prefijados por el Rey.

    Cada uno de estos Sexmos del Común de Villa y Tierra, era otorgado por el Rey a quien le convenía para su repoblación con hombres libres y en función de esto, dichos Sexmos, podían ser: Tierra Realenga (asignada al propio Rey), Tierra Solariega (asignada a un Señor, Noble u Orden Militar), Tierra de Abadengo (asignada a un Monasterio o Abadía) y Tierra Behetría, en la que sus propios pobladores elegían a su Señor. Pues bien, el actual término de La Toba, a partir del año 1136, formó parte del Común de Villa y Tierra de Atienza, gracias al privilegio otorgado por el rey Alfonso VII ese año, formando parte del Sexmo del Bornova. No obstante, la población existente antes de la reconquista de las tierras que formaron el Concejo de Atienza, siguió viviendo en ellas, es decir, no se produjo una limpieza étnica porque básicamente conquistadores y conquistados pertenecían a la misma etnia. Tampoco se produjo una limpieza religiosa, ya que, el Fuero otorgado a Atienza era muy tolerante en esos aspectos. La limpieza religiosa vino más tarde, a partir sobre todo de los siglos XV, XVI y XVII.

    Este basto territorio pronto se fue desgajando, en 1170 Alfonso VIII le segregó el Señorío de Beleña. Posteriormente se fueron segregando los Señoríos de Cifuentes, Hita ... Pero no fue hasta el siglo XV, en el que los ejércitos del vecino Reino de Navarra ocupan Atienza, y ésta empieza su declive total.

    En aquella época los reinos cristianos se ven sumidos en la llamada Guerra de los Infantes de Aragón. Algunos señores que tenían adscritos territorios de los Sexmos del Común de Villa y Tierra de Atienza, ayudan a los Navarros en contra de su Rey. Juan II de Castilla ayudado por D. Álvaro de Luna reconquista Atienza a los Navarros. Este es el golpe de gracia para el Común de Villa y Tierra de Atienza. En 1434, Juan II segrega de la Tierra de Atienza la villa de Jadraque y los Sexmos del Henares y del Bornova, que pasan a constituir un nuevo Común de Villa y Tierra. En los documentos que avalan dicha segregación es donde aparece el nombre de La Toba formando parte del Sexmo del Bornova junto a: Pálmaces, La Bodera, Robledo, Gascueña, Bustares, Las Navas, El Ordial, Arroyo, La Nava, Semillas, Las Cabezadas, La Hiruela, Casa de Santotís, Zarzuela, Villares, Hiendelaencina, Congostrina, Alcorlo, San Andrés del Congosto, Membrillera, Carrascosa, Saelices, Castilblanco, Medranda, Pinilla y Torremocha.

    El documento es, como decía, de 1434. Con lo cual ya sabemos: primero, que en ese año La Toba existía como aldea, lo cual también nos indica que ese no fue el año de su creación sino que fue anterior a 1434. Segundo, que en documentos anteriores a este año se conoce la existencia de otras aldeas cercanas a Membrillera y San Andrés del Congosto, como son, San Pedro del Castrillo (que merece mención especial), Bragadera y Sopeña. Sin embargo ninguna de estas aldeas es citada en el documento de 1434, luego podemos pensar que éstas se fueron despoblando en beneficio, quizás, de una nueva, La Toba.

    La mención a San Pedro del Castrillo, es porque sabemos que dicha aldea estuvo ubicada entre los pueblos actuales de Membrillera y La Toba. Al ser abandonada, su población fue a vivir mayoritariamente o completamente a La Toba pero administrativamente su territorio pasó a formar parte del de Membrillera, por eso en la actualidad los vecinos de La Toba son propietarios de extensos terrenos en la vega y en las cuestas de la vega que lindan con el término de La Toba pero siempre en término de Membrillera. Todo ese territorio era el término de San Pedro del Castrillo. Por cierto, el castrillo de la toponimia del desaparecido pueblo, bien pudiera ser el castrillo o castro celtibérico que se encuentra en el llano de La Torrecilla y que ya hablamos de él en el apartado de la prehistoria. Desde luego, este poblado o castro celtibérico se encontraba en el territorio perteneciente al desaparecido San Pedro del Castrillo. El camino que unía San Pedro del Castillo y La Toba en la actualidad se denomina Valdelcastrillo, por cierto.

    Otra mención especial hay que tener con otra de las aldeas desaparecidas en el documento de 1434, Bragadera. En la actualidad se desconoce su paradero a no ser que se hubiera descubierto durante la realización de la Carta Arqueológica de Membrillera. Es de destacar que este nombre encierra el prefijo Braga, que en indoeuropeo (no olvidemos que las tribus celtibéricas tenían en esa etnia su origen) significa 'lugar fortificado'. Otros ejemplos de esa época histórica son Arcóbriga, Mundóbriga, Segóbriga... Y algunos que han llegado a nuestros días como Braga y Bragança (en Portugal) o Brihuega en nuestra propia provincia.

    Parece que vamos aclarando, aunque sin mucha precisión, las preguntas famosas de quién hizo La Toba, cuándo, por qué y por qué está donde está y no en otro sitio. Faltaría saber el por qué le pusieron La Toba y no El Olmo o El Pino o vaya usted a saber. La respuesta no se sabe con certeza y podrían barajarse varias hipótesis. Particularmente creo que, como muchos pueblos de Guadalajara que reciben su nombre gracias a algo particular que hubiera en su término, en el nuestro ocurrió lo mismo y el nombre de La Toba se deba a las rocas que de ese origen se encontraran, como de hecho se encuentran en la actualidad, en lo que era y es el núcleo urbano del pueblo. Pueden buscarse orígenes, pero es fácil caer de lo mítico a lo místico.

    Volviendo a lo que sabemos de la historia de La Toba y de los territorios en los que se encontraba incluida administrativamente y políticamente, nos habíamos quedado en que el Rey Juan II crea el nuevo Común de Villa y Tierra de Jadraque segregándolos de Atienza. Este nuevo Común es donado por el Rey a su sobrina Dª. María de Castilla (nieta de Pedro I, 'el Cruel'), con motivo de su boda con el cortesano D. Gómez Carrillo en el año de 1434. De éstos, en el año de 1453, hereda el Común D. Alfonso Carrillo, a la sazón Arzobispo de Toledo, el cual, el día 8 de Enero de l456 envía una carta a Fernando Morales, Alcaide del castillo de Corlo, en la que le indica la donación del citado castillo y de los demás lugares del Común a su sobrino D. Alfonso Carrillo de Acuña. Éste, en 1469, lo utilizó como moneda de cambio con D. Pedro González de Mendoza (el Gran Cardenal), en aquella época Obispo de Sigüenza. D. Pedro a cambio le dio a D. Alfonso la fortaleza de Maqueda (Toledo) y la alcaldía mayor de Toledo.

    D. Pedro González de Mendoza siguió prosperando y llego a Cardenal Primado de España entre otros numerosísimos títulos. También tuvo tres hijos reconocidos y otros más sin reconocer (los bellos pecados del Cardenal, según decía la Reina Isabel la Católica). Fruto de los galanteos amorosos con Dª. Mencia de Castro, cortesana portuguesa, fue D. Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, el cual, obtuvo el título de Marqués de Zenete, otorgado por los reyes, en reconocimiento a su bravura en la reconquista de Granada.

    Casó D. Rodrigo con Dª. Leonor de la Cerda en 1492. Dª. Leonor era hija del Duque de Medinaceli. En reconocimiento a dicho matrimonio D. Rodrigo recibe el Título de Conde del Cid y de herencia de su padre el Cardenal Mendoza, el Mayorazgo de Jadraque y su común de Villa y Tierra. Quedó viudo D. Rodrigo, pero pronto volvió a casar con Dª. María de Fonseca y Toledo. De este matrimonio nació Dª. Mencia de Mendoza. Esta casó dos veces pero no tuvo descendencia y pasó la herencia de Jadraque y su Tierra a la hermana de Dª. Mencia, Dª. María de Mendoza que a su vez casó con D. Diego Hurtado de Mendoza, tercer Duque del Infantado. Así es como Jadraque y su Tierra (La Toba entre ellas), pasaron a engrosar los bienes de la poderosa Casa del linaje de los Mendozas hasta principios del siglo XIX. Durante estos años, los Mendozas, repoblaron por doquier de hidalgos e hijos, (fruto de sus aventuras galantes), afines a esta poderosa Casa, las villas e innumerables aldeas a ella sujeta.


Renacimiento y posteriores

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    En el siglo XVI se produjo en La Toba una autentica revolución. El pueblo creció demográficamente, creció su, hasta entonces, modesta Iglesia y creció en importancia administrativa y judicial. Se le otorgó por parte del rey el título de villa. Esto tenía su importancia, entre otras, porque nuestros antepasados dejaron de ser aldeanos para, de la noche a la mañana, convertirse en villanos. Sinceramente, no sé que era peor. Y explico...

    La concesión de villazgo, eximía a la aldea de su anterior jurisdicción (en nuestro caso de Jadraque), previa prestación por el lugar de algún servicio de carácter pecunario (en aquella época La Corona precisaba de cuantiosos ingresos para hacer frente a sus necesidades guerreras y una fuente de ingresos era la derivada de las concesiones de villazgo).

    Por otro lado, tener el título de villa otorgaba a los pobladores de la misma ciertos privilegios, como tener alcalde propio, recaudar impuestos y aplicar la justicia allí mismo. También llevaba apareados ciertos inconvenientes, principalmente que esa justicia sólo se podía aplicar a los villanos, es decir, quedaban exentos de la justicia los nobles, eclesiásticos y personas designados por estos. Existían de forma oficial dos varas de medir la justicia.

    La obtención del título de villa no suponía la obtención de un escudo. Tampoco implicaba que la nueva villa tuviera picota. Las picotas se levantaban a petición de la villa y si el rey la autorizaba. Existían villas que no tenían picota, ya que, sus pobladores no la solicitaban al monarca. Lo que queda claro, en definitiva es que, si había picota es porque se pidió al rey, y este la concedió.

    Las picotas se utilizaban para la aplicación de justicia, tanto si implicaba la muerte del reo o simplemente su exposición durante un tiempo para vergüenza, deshonor y escarnio público. En el primer caso se solía colgar la cabeza del reo (una vez cortada se entiende) o los trozos, después de haberlo descuartizado, durante un tiempo y si la aplicación de la pena había sido en la horca, se exponía el cuerpo, ya sin vida, colgado de las argollas. En el segundo caso se ataba al reo a la columna de la Picota y se le tenía allí una temporada para que el resto de los ciudadanos se mofara de él.

    Las picotas solían instalarse a las afueras de la villa, con lo cual, podemos deducir que cuando se le otorgó el título de villa, La Toba, no dejaba de ser en la practica una aldea. Su crecimiento fue posterior, quizás, gracias al impulso que le pudo dar dicho título y que consiguió que la población creciera y la picota, que en un principio estaba a las afueras de la villa, quedara dentro de lo que era el núcleo urbano en expansión.

    Las picotas, a diferencia de los rollos, sólo servían para la aplicación de justicia, como ya dijimos. Estos últimos se instalaban en las villas que tenían adscritas una Tierra con sus correspondientes aldeas. En un principio no se utilizaban para la aplicación de justicia (más tarde sí), eran meramente indicadores de la condición, de esa villa, como cabecera de una Tierra y la jurisdicción de su Señor (ya fuera de realengo, de señorío, de abadengo u obispal) sobre ella. Normalmente los rollos eran más vistosos que las picotas y solían llevar grabados los escudos del Señor de esa Tierra, de la villa ...

    Este estado de las cosas permanece inalterable hasta principios del siglo XIX. Las Cortes de Cádiz decretan el 26 de Mayo de 1813 la supresión del vasallaje y, por consiguiente, el derribo de todas las picotas y rollos. Pero pronto el nuevo rey Fernando VII, disuelve las Cortes de Cádiz, deroga la Constitución y anula todos sus decretos, quedándose para sí la jurisdicción de todas las villas. No es hasta el 25 de Enero de 1837 en que la Reina Gobernadora, Dª. María Cristina, en nombre de Isabel II, aún menor de edad, establece el Decreto de 1813 y se suprime definitivamente en España el vasallaje. Menos mal que en La Toba no se aplicó de todo el Decreto y por suerte no derribaron la picota, de la que, porqué no, nos sentimos muy orgullosos.

    Como decía al principio de ésta sección, también en este siglo XVI, se tuvo que ampliar la Iglesia y no solamente eso, si no que se la embelleció interior y exteriormente. Quería destacar que, probablemente, las obras de ampliación y embellecimiento de la Iglesia fueran costeadas total o en parte por D. Gregorio de Zumel, un hidalgo que, quizás como gratificación por su esfuerzo económico, está enterrado en el Presbiterio de la Iglesia, al pie del Altar Mayor, en una sepultura que aún se puede leer perfectamente. Según reza el epitafio, se le dotó esta sepultura para él y sus descendientes. Lleva la fecha de 1557.

    La vida en La Toba durante los siglos posteriores debió continuar de una forma próspera, el pueblo siguió creciendo y enriqueciendo su patrimonio, como puede comprobarse en su edificio más emblemático, es decir, en la Iglesia. Ésta se fue enriqueciendo, como lo demuestran los valiosos retablos barrocos de su interior. Estas obras eran sufragadas por donaciones económicas de los feligreses, es decir, por todos los vecinos y dada la cantidad de retablos que hubo en su interior (por lo menos tres menores y el mayor), de los que a nuestros días sólo han llegado tres (dos menores y el mayor), así como, de un fabuloso órgano (desaparecido), esto nos indica que la economía de nuestros antepasados no andaba mal del todo.


Edad Moderna

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    Durante los siglos XVIII y XIX, la zona se vio envuelta en sucesivas revueltas. Empezó el siglo XVIII con la llamada Guerra de Sucesión. La familia de los Mendoza apoyaron en un principio al pretendiente a la Corona D. Felipe de Borbón, que reinaría con el nombre de Felipe V, pero más tarde apoyaron al otro pretendiente, el Archiduque Carlos de Austria. Mientras duraban esos titubeos, las tropas de este último, entraron en la villa de Jadraque, saqueándola por completo. Quizás la villa de La Toba no se librara de una u otra forma, en todos esos sucesos. No obstante, la victoria definitiva de las tropas de Felipe V, se decidió en la Batalla de Villaviciosa (Brihuega), muy cerca de nuestro pueblo.

    El siglo XIX, no empezó mejor que el anterior. España se vió envuelta en la Guerra de la Independencia, y como no, la comarca de la que formamos parte, estuvo muy convulsionada durante toda la guerra. Por nuestras tierras anduvo Juan Martín Díaz el "Empecinado", que mantuvo en jaque a los ejércitos franceses antes del comienzo de la guerra oficial, ya que él se la declaró a los franceses antes del 2 de Mayo de 1808, por su cuenta. En Cogolludo tuvo uno de sus cuarteles y bastión más importantes. Las tropas que mandó este militar, estaban compuestas principalmente de voluntarios de la zona en donde actuaba, lo que le daba una gran ventaja frente al enemigo, ya que, éstas, conocedoras del terreno como nadie, se convertían en un azote constante.

    No es de extrañar que en las tropas comandadas por el Empecinado hubiera gente de La Toba. Hasta no hace mucho (no sé si se seguirá utilizando aún), existía una herramienta para la siembra de la planta de los tomates, que no era otra cosa sino una bayoneta, que según comentaba la gente era “de cuando la guerra con los franceses”. ¿Eran estas bayonetas “trofeos de caza” obtenidos en la guerra y reconvertidos para otros menesteres más pacíficos?

    La guerra de guerrillas fue un invento de Juan Martín, el cual, lejos de comandar un ejército de desarrapados, como muchas veces le ha pintado la iconografía romántica, tenía a su mando entre 3.500 a 4.500 hombres, perfectamente pertrechados e instruidos en su menester, la caza del francés. Lástima que un hombre tan valioso, una vez acabada la Guerra, fuera tratado con tanta vileza por Fernando VII. Dos años estuvo prisionero y un día a la semana era sacado, en una jaula, a escarnio público. Al final cuando se decidió, por fin, su ejecución en la horca, Juan Martín, logró romper las cadenas que lo sujetaban y fue muerto a bayonetazos por los hombres que le conducían al cadalso. Ya muerto fue colgado en la horca. Su pecado fue: ser fiel a las Cortes de Cádiz, a su Constitución, en definitiva, ser fiel a las ideas Liberales.

    Por cierto, en el "Diccionario Geográfico-Estadístico de 1826" realizado por el Doctor Sebastían de Eliñano, además del dato sobre el número de habitantes, cita también que "La Toba se encuentra entre 2 ríos situados, ambos, a un cuarto de legua del pueblo (la legua castellana son 5’57 Kilómetros). A uno, los vecinos le denominan Bornova y viene de las Sierras del Alto Rey, al otro lo denominan Sajas y trae su origen de la Tierra de Atienza. Contribuye con 2812 reales y 16 maravedíes".

    La primera Guerra Carlista, también dejó huella por nuestra comarca. La principal figura fue el general carlista D. Miguel Gómez, quien tuvo en Jadraque o en la comarca de Jadraque su cuartel. El 30 de agosto derrota en Matillas al general isabelino D. Narciso López. Una cuestión curiosa es que, en el monasterio de Pinilla de Jadraque, todavía se puede contemplar un gran águila bicéfala, emblema de las tropas carlistas, pintada en una de las paredes de lo que sería la capilla del monasterio. Dicha capilla tiene signos evidentes de reutilización para otros menesteres, ya que, se puede observar que aprovechando los altos techos originales, se le practicó un solado en una entreplanta en lo que sería la nave, quedando ésta convertida en dos plantas: la planta baja original y la planta alta nueva. Es en esta segunda planta, en donde se practicó la pintura referida del águila bicéfala.

    Y volviendo de manera más concreta a La Toba, en el "Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar", obra de Pascual Madoz (Madrid, 1845-1850), se dice de nuestro pueblo, textualmente, lo siguiente: “villa con Ayuntamiento en la provincia de Guadalajara (8 leg.), partido judicial de Atienza, aud. Terr. de Madrid, c.g. de Castilla la nueva, diócesis de Sigüenza. Situado en la pendiente de una pequeña cuesta, combatida de los vientos N, NE y SO; su clima es frío y las enfermedades más comunes son pulmonías, dolores de costado y reumas; tiene 135 casas, la consistorial, cárcel, escuela de instrucción primaria, frecuentada por 40 alumnos, dotada con 1.200 rs; una fuente de buen agua, una iglesia parroquial (San Juan Bautista) servida por un cura y un sacristán. Confina el término con los de Congostrina, Alcorlo, Pinilla, Medranda, Castilblanco, Membrillera y San Andrés del Congosto; dentro de él se encuentran 7 manantiales de buenas aguas y 3 ermitas (San Roque, La Soledad y Nuestra Señora de la Consolación). El terreno es llano y de buena calidad; le baña un pequeño arroyo; hay un monte poblado de roble y encina. Caminos: los que dirigen a él los pueblos limítrofes. Correo: se recibe y despacha en la estafeta de Jadraque. Producción: trigo, cebada, centeno, avena, garbanzos, judías, patatas, cáñamo, melones, sandías, uvas, hortalizas, leñas de combustible y yerbas de pasto, con las que se mantiene el ganado lanar, vacuno y de cerda; hay caza de conejos, liebres y perdices; pesca de barbos, bogas, cachos, algunas anguilas y pocas truchas. Industria: la agrícola y la recriación de ganados, principalmente el de cerda. Población: 123 vecinos, 510 almas. Capital productivo: 2.145.000 rs . Impuestos: 217.200 rs. Contribución: 22.100 rs.”


Edad Contemporánea

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    Fue la influencia de las instituciones militares- que Guadalajara acumuló dentro del plan canovista de proteger a la capital de España con diversos círculos de instalaciones de este tipo- la que mantuvo a Guadalajara, y a su provincia, con cierto desahogo económico durante los primeros treinta años del siglo XX. La población aumentó levemente, y las fuerzas políticas (siempre inclinadas a la derecha, por el influjo de la estrategia caciquil del Conde de Romanones, uno de los más adinerados terratenientes de la provincia y jerarca del partido liberal durante largos años en los que ocupó varias carteras ministeriales e incluso la presidencia del Consejo de ministros entre 1912 y 1917) se ocuparon de tener controlada la comarca para que siguiera siendo un almacén de víveres mas que un puntal del desarrollo industrial del Estado.

    Las elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931 otorgaron la victoria a los republicanos en la mayor parte de las capitales de provincia. El día 14, la República es proclamada en Eibar, en Barcelona, en Madrid y en la mayor parte del país. Ante el triunfo republicano, se produce el desconcierto monárquico. Romanones despacha con el Rey en la mañana del día 13 de abril, pero el triunfo republicano en su distrito de Guadalajara le confirma el fin de la monarquía. Ante esta situación Romanones convoca elecciones parlamentarias. En la mañana del 14 de abril, el general Sanjurjo se ofrece al nuevo gobierno con toda la Guardia Civil. Ante este ofrecimiento, Maura y Alcalá Zamora intentan localizar a Azaña para presidir el nuevo gobierno. El Rey parte hacia Cartagena, camino del exilio. La prensa (salvo ABC) se alinea tras el gobierno. La izquierda acepta la República y ésta se proclama sin un solo tiro.

    La llegada de la segunda República, que en Guadalajara y provincia fue saludada con gran alegría por la mayor parte de la población (no en vano los resultados electorales de abril de 1931 fueron claramente favorables a la opción republicana y liberal), supuso una cierta estabilización. Pero La Toba y toda España tiene que sufrir una nueva Guerra, esta peor que todas las demás. La Guerra Civil se ceba especialmente en nuestro pueblo. El término de La Toba fue campo de batalla, en varios momentos de la Guerra; la Iglesia fue reconvertida en almacén; se perdió el órgano y uno de los retablos menores; nuestros jóvenes pasaron a engrosar las filas de unos y de otros...

    Los efectos de la contienda no terminaron con el final de la Guerra, si no que duraron muchos años más en los campos de concentración de los “vencedores”. La Dictadura del nuevo Régimen se vivió en nuestro pueblo, como en tantos lugares de España, con resignación. La salida del conflicto a través del régimen autoritario y militar de Franco, y el hecho de que Guadalajara hubiera estado dentro del territorio republicano hasta el día antes de finalizar la contienda, supuso para esta provincia un cierto abandono por parte de los sucesivos gobiernos franquistas. Solamente a partir de finales de la década de los cincuenta, la aprobación de los polígonos de expansión de Madrid supuso la creación de nuevas industrias y viviendas en la ciudad de Guadalajara y el corredor del Henares, revitalizándose de forma notable la economía en ese territorio (mínimo con respecto al total de la provincia) pero en el que rápidamente se estableció la mitad de la población total de Guadalajara.

    La emigración de las zonas rurales hacia las áreas metropolitanas (Guadalajara capital, sobre todo Madrid, y algo a Barcelona) supuso un descenso drástico de la población, que quedó reducida a ancianos.

    Un acontecimiento rompió la monotonía de estos grises años, el nombramiento como Hijo Predilecto de La Toba a Don Juan Ricote Alonso, natural de La Toba. El motivo de tal honor fue su consagración episcopal el 20 de Mayo de 1951. D. Juan fue Obispo Auxiliar de la Diócesis de Madrid-Alcalá y Obispo de la Diócesis de Teruel, en donde falleció el 8 de octubre de 1972.

    A partir de los años 60 La Toba, como otros pueblos de nuestro entorno, se ve sacudida por la emigración. El pueblo ve como sus jóvenes se van yendo, tanto a ciudades como Madrid o Barcelona, como a otros países, Francia y Alemania, principalmente. La Toba se despuebla sin remisión.

    En 1950, en otro Diccionario Geográfico sobre España, encontramos que La Toba es “un municipio y villa de Guadalajara, Partido Judicial de Atienza, a 48 km. De la Capital y 30 de la Capital de Partido. Estación de ferrocarril más próxima: Jadraque, a 12 km. Situado a 945 m sobre la altitud del mar. Extensión 18.84 km2. 41º 00´15´´ N y 0º 43´40´´E. El término está situado entre los valles de los ríos Bornova y Cañamares. Al N alcanza el páramo alturas superiores a los 1000 m: Perizal, Valdearenales (1063 m). El citado Río Bornova corre por el SO del término y recibe por la derecha las aguas del pequeño barranco de la Valdelavid y por la izquierda las aguas del barranco de Valdelgrillo. El arroyo de la fuente del Negro y el barranco de Valcaliente son tributarios del Cañamares y corren por el E del término. Los terrenos sin cultivar están poblados de encinas y chopos. Caza menor. Las tierras de cultivo son poco profundas. No existe regadío. Se destinan 300 hectáreas a trigo, 300 a cebada, 100 a viñedo y 100 a olivar. Ganadería: 130 cabezas de ganado mular, 2 de caballar, 2 de vacuno, 20 de asnal, 300 de cerda, 2.000 de lanar, 60 de cabrío y 3.000 de gallinas. La Industria cuenta con 2 carpinterías y una herrería. Carretera de Brihuega a Atienza. Cartería. La población es de 501 habitantes. Consta el pueblo de 125 edificios destinados a vivienda y 11 a otros usos, en compacto, y 62 cuevas y chozas, en diseminado. Se celebran fiestas el 4 de septiembre. Hay 2 escuelas. Médico y veterinario. Un párroco”.

    Sin duda, la obra más importante realizada en el pasado siglo XX fue la traída del agua potable y saneamiento a las viviendas, lo que ayudó al bienestar de todos vecinos. Estas obras se empezaron a realizar en 1975 y se acabaron al año siguiente.

    Por fin, el 6 de Diciembre de 1978, el pueblo español aprueba en referéndum la actual Constitución Democrática, es publicada en el Boletín Oficial del Estado el día 29 de diciembre de ese mismo mes. Gracias a este hecho fundamental en nuestra historia más reciente, se producen las primeras Elecciones Municipales democráticas en La Toba desde la época de la II República (1931-1936). La relación de Elecciones Municipales y Alcaldes que ha tenido La Toba en estos años es:

    - 3 de abril de 1979. Alcalde: D. Pedro González Esteban (PCE)
    - 8 de mayo de 1983. Alcalde: D. Pedro González Esteban (PSOE)
    - 10 de junio de 1987. Alcalde: D. Santos Pascual González Aparicio (PP)
    - 26 de mayo de 1991. Alcalde: D. Vicente Magro Serrano (PSOE)
    - 28 de mayo de 1995. Alcalde: D. Vicente Magro Serrano (PSOE)
    - 16 de Junio de 1999. Alcalde: D. Marcelo Salazar Magro (PSOE)
    - 28 de mayo de 2003. Alcalde: D. Marcelo Salazar Magro (PSOE)
    - 27 de mayo de 2007. Alcalde: D. Julián Atienza García (IU)

    Un hecho fundamental en los últimos años ha sido la consecución del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, aprobado por la Ley Orgánica 9/1982, de 10 de agosto y publicado en el Boletín Oficial del Estado nº. 195 del 16 de agosto de 1982. Gracias a esta nueva ordenación del territorio y sus consecuencias políticas y sociales, se ha conseguido una mejor redistribución de los fondos públicos hacia las zonas más desfavorecidas, como La Toba.

    Otro hecho fundamental en la reciente historia de La Toba fue la construcción del embalse de Alcorlo. Este embalse cubrió a nuestro vecino pueblo, de tal forma que, al desaparecer físicamente Alcorlo su término municipal pasó a formar parte del de La Toba, por decisión democrática de los habitantes de Alcorlo. Administrativamente, se inició el expediente de inclusión de Alcorlo en La Toba en 1983, a través de la Dirección General de Administración Local, dependiente del Ministerio del Interior. Posteriormente el expediente se paralizó debido a la negociación en el traspaso de competencias entre el Estado Central y la nueva Autonomía de Castilla-La Mancha. Por fin, el expediente lo retomó la Consejería de Presidencia y Gobernación y, a propuesta suya, el Consejo de Gobierno de la Junta, promulgó el Decreto 78/87 de 28 de Julio de 1987, publicado en el DOC nº.38 de 4 de Agosto de 1987. En dicho Decreto se acuerda la incorporación del Municipio de Alcorlo y del término Municipal de Alcorlo a los de La Toba. La propiedad física y jurídica de la mayor parte de lo que fue el término de Alcorlo paso al Estado a través de la Confederación Hidrográfica del Tajo.

    También en estos años se produjo el nombramiento de Hija Predilecta de La Toba a Dª. Ana María Salazar de La Guerra, concretamente el 2 de Febrero de 1995. Dª. Ana María ocupó, durante esos años, la Dirección General de Turismo y Artesanía de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

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