Nos vamos acercando a nuestros días y la documentación que se posee es mayor, por lo tanto los datos quedan menos en el aire. Es el momento de intentar dar respuesta a las preguntas que siempre nos hemos hecho los toberos sobre nuestro pueblo: ¿quién y cuándo hicieron La Toba?, ¿qué gentes eran nuestros antepasados?, ¿por qué la hicieron aquí y no en la vega que está más llano?, ¿por qué le llamaron La Toba?...
Lo más seguro es que La Toba fuera la unión de varias aldeas que existían por los alrededores y que se fueron abandonando por epidemias en sus pobladores o en sus casas, por encontrarse en lugares con poca agua, por estar a trasmano de caminos reales, cañadas,… y así se formara o ampliara el pequeño poblado ya existente, en las cercanías del manantial de la actual fuente de Los Tres Caños, pudiendo aprovechar la corriente de agua que existía de forma más abundante que en la actualidad por el paraje que conocemos en la actualidad con el nombre de 'La Carrera'. Este arroyo serviría tanto coo abrevadero para el ganado, como suministro de agua a los huertos y el manantial agua para las casas.
Dejando a un lado las suposiciones, aunque verosímiles, vamos a las fuentes históricas de las que tenemos constancia. La ocupación musulmana del territorio que hoy conocemos como Guadalajara duró 4 siglos, es decir, desde el siglo VII (año 711) hasta finales del siglo XI. En estos años este territorio formó parte del extremo oriental de la Marca Media que era la zona defensiva que tenía establecida el Califato de Córdoba para la defensa de las constantes correrías bélicas de los reyes cristianos sobre su territorio.
A tal fin, construyeron una línea defensiva compuesta de fortalezas, Atalayas y torreones de vigilancia por toda la vega del río Henares, sus afluentes y demás zonas aledañas. Ejemplos de estas construcciones tenemos en Torrejón (de Ardoz), Alcalá (de Henares), el Alcazar de Guadalajara y los castillos de Jadraque, Hita, Cogolludo, Galve de Sorbe, Atienza, Peñahora (Humanes) o Sigüenza. Todas estas fortalezas más importantes estaban comunicadas entre sí y de forma visual a través de Atalayas y Torreones. En nuestro término tenemos uno que es el de Alcorlo al pie del puente Románico sobre el Bornova y el conocidísimo por todos nosotros de La Torrecilla, en Membrillera. Probablemente para la construcción de este último y de la cerca que lo rodeaba (albarcar), de la que quedan los amontonamientos de piedras a su alrededor, se reutilizaran las piedras existentes del poblado celtibérico, sobre el que se levantó la construcción que ahora conocemos.
Es posible que en una de esas correrías el mismísimo Cid Campeador atravesara nuestro término camino del 'Castejón sobre el Fenares', que cita el “Cantar del Mío Cid”. Las intenciones de D. Rodrigo al ir al Castejón, no eran precisamente pacíficas y si lo que dicen los expertos es verdad, es decir, que en su camino atravesó los actuales términos de Robledo de Corpes y Hiendelaencina, tuvo, efectivamente, a la fuerza, que pasar por el término actual de La Toba, máxime, cuando la vega baja del Bornova estaba tan bien vigilada por los Torreones antes citados. También, por qué no, si nos creemos todo lo anterior, pudieron abastecerse de agua en el manantial sobre el que en la actualidad reposa la Fuente de los Tres Caños. Lo que no deja de sorprender es la valía guerrera del Campeador, ya que, con sus huestes, él solo, desbarató todo el extremo oriental de la Marca Media del Califato, desde Torrejón de Ardoz hasta Sigüenza.
Este estado de las cosas perduró hasta la conquista de Toledo en el año 1085 por Alfonso VI. Después de la conquista había que organizar el territorio conquistado, más que nada, porque había que recaudar impuestos y para poder hacerlo más y mejor, era necesario repoblar aquellas zonas en las que la población era escasa después de tantas guerras. Estas repoblaciones eran de tipo Concejil y reproducían el modelo germánico heredado de los Godos (no olvidemos que la nobleza y la realeza de aquella época era descendiente directa de los antiguos nobles visigodos y su mezcla con los terratenientes indigeno-romanos anteriores).
La repoblación Concejil consistía en que se elegía, en la zona liberada del poder del Califato, llamada presuras, una villa y a ella se la adscribía un territorio amplio que se ordenaba en seis partes, cada una de ellas con sus aldeas viejas o nuevas que se formaban. Estos grandes Concejos se regían por su propio Fuero o leyes que eran aprobadas por el Rey. La creación de los límites del nuevo Concejo o Común de Villa y Tierra, como también se denominan, así como, sus seis partes llamadas Sexmos o Tierras del Común de Villa y Tierra y sus límites interiores eran también prefijados por el Rey.
Cada uno de estos Sexmos del Común de Villa y Tierra, era otorgado por el Rey a quien le convenía para su repoblación con hombres libres y en función de esto, dichos Sexmos, podían ser: Tierra Realenga (asignada al propio Rey), Tierra Solariega (asignada a un Señor, Noble u Orden Militar), Tierra de Abadengo (asignada a un Monasterio o Abadía) y Tierra Behetría, en la que sus propios pobladores elegían a su Señor. Pues bien, el actual término de La Toba, a partir del año 1136, formó parte del Común de Villa y Tierra de Atienza, gracias al privilegio otorgado por el rey Alfonso VII ese año, formando parte del Sexmo del Bornova. No obstante, la población existente antes de la reconquista de las tierras que formaron el Concejo de Atienza, siguió viviendo en ellas, es decir, no se produjo una limpieza étnica porque básicamente conquistadores y conquistados pertenecían a la misma etnia. Tampoco se produjo una limpieza religiosa, ya que, el Fuero otorgado a Atienza era muy tolerante en esos aspectos. La limpieza religiosa vino más tarde, a partir sobre todo de los siglos XV, XVI y XVII.
Este basto territorio pronto se fue desgajando, en 1170 Alfonso VIII le segregó el Señorío de Beleña. Posteriormente se fueron segregando los Señoríos de Cifuentes, Hita ... Pero no fue hasta el siglo XV, en el que los ejércitos del vecino Reino de Navarra ocupan Atienza, y ésta empieza su declive total.
En aquella época los reinos cristianos se ven sumidos en la llamada Guerra de los Infantes de Aragón. Algunos señores que tenían adscritos territorios de los Sexmos del Común de Villa y Tierra de Atienza, ayudan a los Navarros en contra de su Rey. Juan II de Castilla ayudado por D. Álvaro de Luna reconquista Atienza a los Navarros. Este es el golpe de gracia para el Común de Villa y Tierra de Atienza. En 1434, Juan II segrega de la Tierra de Atienza la villa de Jadraque y los Sexmos del Henares y del Bornova, que pasan a constituir un nuevo Común de Villa y Tierra. En los documentos que avalan dicha segregación es donde aparece el nombre de La Toba formando parte del Sexmo del Bornova junto a: Pálmaces, La Bodera, Robledo, Gascueña, Bustares, Las Navas, El Ordial, Arroyo, La Nava, Semillas, Las Cabezadas, La Hiruela, Casa de Santotís, Zarzuela, Villares, Hiendelaencina, Congostrina, Alcorlo, San Andrés del Congosto, Membrillera, Carrascosa, Saelices, Castilblanco, Medranda, Pinilla y Torremocha.
El documento es, como decía, de 1434. Con lo cual ya sabemos: primero, que en ese año La Toba existía como aldea, lo cual también nos indica que ese no fue el año de su creación sino que fue anterior a 1434. Segundo, que en documentos anteriores a este año se conoce la existencia de otras aldeas cercanas a Membrillera y San Andrés del Congosto, como son, San Pedro del Castrillo (que merece mención especial), Bragadera y Sopeña. Sin embargo ninguna de estas aldeas es citada en el documento de 1434, luego podemos pensar que éstas se fueron despoblando en beneficio, quizás, de una nueva, La Toba.
La mención a San Pedro del Castrillo, es porque sabemos que dicha aldea estuvo ubicada entre los pueblos actuales de Membrillera y La Toba. Al ser abandonada, su población fue a vivir mayoritariamente o completamente a La Toba pero administrativamente su territorio pasó a formar parte del de Membrillera, por eso en la actualidad los vecinos de La Toba son propietarios de extensos terrenos en la vega y en las cuestas de la vega que lindan con el término de La Toba pero siempre en término de Membrillera. Todo ese territorio era el término de San Pedro del Castrillo. Por cierto, el castrillo de la toponimia del desaparecido pueblo, bien pudiera ser el castrillo o castro celtibérico que se encuentra en el llano de La Torrecilla y que ya hablamos de él en el apartado de la prehistoria. Desde luego, este poblado o castro celtibérico se encontraba en el territorio perteneciente al desaparecido San Pedro del Castrillo. El camino que unía San Pedro del Castillo y La Toba en la actualidad se denomina Valdelcastrillo, por cierto.
Otra mención especial hay que tener con otra de las aldeas desaparecidas en el documento de 1434, Bragadera. En la actualidad se desconoce su paradero a no ser que se hubiera descubierto durante la realización de la Carta Arqueológica de Membrillera. Es de destacar que este nombre encierra el prefijo Braga, que en indoeuropeo (no olvidemos que las tribus celtibéricas tenían en esa etnia su origen) significa 'lugar fortificado'. Otros ejemplos de esa época histórica son Arcóbriga, Mundóbriga, Segóbriga... Y algunos que han llegado a nuestros días como Braga y Bragança (en Portugal) o Brihuega en nuestra propia provincia.
Parece que vamos aclarando, aunque sin mucha precisión, las preguntas famosas de quién hizo La Toba, cuándo, por qué y por qué está donde está y no en otro sitio. Faltaría saber el por qué le pusieron La Toba y no El Olmo o El Pino o vaya usted a saber. La respuesta no se sabe con certeza y podrían barajarse varias hipótesis. Particularmente creo que, como muchos pueblos de Guadalajara que reciben su nombre gracias a algo particular que hubiera en su término, en el nuestro ocurrió lo mismo y el nombre de La Toba se deba a las rocas que de ese origen se encontraran, como de hecho se encuentran en la actualidad, en lo que era y es el núcleo urbano del pueblo. Pueden buscarse orígenes, pero es fácil caer de lo mítico a lo místico.
Volviendo a lo que sabemos de la historia de La Toba y de los territorios en los que se encontraba incluida administrativamente y políticamente, nos habíamos quedado en que el Rey Juan II crea el nuevo Común de Villa y Tierra de Jadraque segregándolos de Atienza. Este nuevo Común es donado por el Rey a su sobrina Dª. María de Castilla (nieta de Pedro I, 'el Cruel'), con motivo de su boda con el cortesano D. Gómez Carrillo en el año de 1434. De éstos, en el año de 1453, hereda el Común D. Alfonso Carrillo, a la sazón Arzobispo de Toledo, el cual, el día 8 de Enero de l456 envía una carta a Fernando Morales, Alcaide del castillo de Corlo, en la que le indica la donación del citado castillo y de los demás lugares del Común a su sobrino D. Alfonso Carrillo de Acuña. Éste, en 1469, lo utilizó como moneda de cambio con D. Pedro González de Mendoza (el Gran Cardenal), en aquella época Obispo de Sigüenza. D. Pedro a cambio le dio a D. Alfonso la fortaleza de Maqueda (Toledo) y la alcaldía mayor de Toledo.
D. Pedro González de Mendoza siguió prosperando y llego a Cardenal Primado de España entre otros numerosísimos títulos. También tuvo tres hijos reconocidos y otros más sin reconocer (los bellos pecados del Cardenal, según decía la Reina Isabel la Católica). Fruto de los galanteos amorosos con Dª. Mencia de Castro, cortesana portuguesa, fue D. Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, el cual, obtuvo el título de Marqués de Zenete, otorgado por los reyes, en reconocimiento a su bravura en la reconquista de Granada.
Casó D. Rodrigo con Dª. Leonor de la Cerda en 1492. Dª. Leonor era hija del Duque de Medinaceli. En reconocimiento a dicho matrimonio D. Rodrigo recibe el Título de Conde del Cid y de herencia de su padre el Cardenal Mendoza, el Mayorazgo de Jadraque y su común de Villa y Tierra. Quedó viudo D. Rodrigo, pero pronto volvió a casar con Dª. María de Fonseca y Toledo. De este matrimonio nació Dª. Mencia de Mendoza. Esta casó dos veces pero no tuvo descendencia y pasó la herencia de Jadraque y su Tierra a la hermana de Dª. Mencia, Dª. María de Mendoza que a su vez casó con D. Diego Hurtado de Mendoza, tercer Duque del Infantado. Así es como Jadraque y su Tierra (La Toba entre ellas), pasaron a engrosar los bienes de la poderosa Casa del linaje de los Mendozas hasta principios del siglo XIX. Durante estos años, los Mendozas, repoblaron por doquier de hidalgos e hijos, (fruto de sus aventuras galantes), afines a esta poderosa Casa, las villas e innumerables aldeas a ella sujeta.